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Contra la búsqueda de la felicidad

C

Si quieres comprender la palabra felicidad, tienes que entenderla como recompensa y no como fin

Antoine de Saint-Exupéry

Esta semana estoy en contra de la búsqueda de la felicidad (la semana que viene ya veremos).

Estoy en contra por dos grandes motivos: El primero, que la felicidad no depende de ti. Y el segundo, que la felicidad es un objetivo de mierda. No sé cuál de los dos motivos es más importante, la verdad.

Así que empecemos por el de que la felicidad no depende de ti.

Lo primero es afirmarlo. Lee bien: La felicidad no depende de ti. No te dejes engañar por las tazas de Mr. Wonderful y por los mensajes positivos. No caigas en esa mierda, porque es tóxica. Te hará creer que debes ser feliz constantemente, todo el rato. Y que, si no lo eres, además, es culpa tuya.

Está bien ser infeliz. Y está bien porque no queda otra. Porque la tristeza y la indiferencia son tan normales como la felicidad y la pasión. Creer que no es así te obligará a caer en la mentira de que la felicidad es alguna especie de destino que se puede alcanzar si te lo propones.

No es así.

La felicidad no es un destino. No es un fin. No es algo que pueda perdurar. Luego hablo más de ello.

De momento, decir que, si planteas la felicidad de ese modo, además de luchar por un objetivo que no existe, te encontrarás con que no es un objetivo que dependa de ti.

El mundo es incontrolable, y, si crees que la felicidad está en tener una casa en propiedad, en echarte novia o en conseguir que publiquen tu libro, estás jodido.

Estás jodido porque estás fiando tu felicidad a terceros. Dependiendo de ellos.

Y, además, como veremos luego, cuando, por fin, alcances esas cosas, te darás cuenta de que no eres feliz. Porque, de nuevo, la felicidad no es un destino. No es un lugar al que se llega ni un estado mental que se alcanza y perdura.

Y, para más inri, la felicidad y la infelicidad (son dos caras de la misma moneda) tiene un alto componente genético.

Hay gente que lo tiene todo y es infeliz, y gente que está en la mierda y es feliz. No sólo eso: Gente que no tiene nada y pasa a tenerlo todo y sigue siendo infeliz y gente que lo tiene todo, lo pierde y sigue siendo feliz.

Entiéndase ese “es feliz” con las pertinentes comillas. No “es feliz” todo el rato. Tiene una disposición de ánimo mejor, digamos. Valora la felicidad que pasa por él. Porque, otra vez, la felicidad no es un destino.

Luego está el tema de que la felicidad es un mal objetivo vital.

Que sí, que a todos nos gusta la anécdota de Lennon respondiendo a la profesora que de mayor quería ser feliz. ¿Pero dónde está ahora Lennon? Muerto.

Lo cierto es que tener el objetivo vital de ser feliz es muy egoísta. Que tampoco pasa nada. Al fin y al cabo, no estamos aquí pa nadie. Pero parece un objetivo bastante mediocre para un hombre.

Así nos hablan los mitos, también. Aquiles no elige vivir una vida feliz con su familia. Elige morir y ser recordado. Elige el sufrimiento por algo superior. Y, por el camino, disfruta y es feliz. Pero ese no es el objetivo. El objetivo es algo mayor. Algo trascendental.

Esa es otra buena razón para no tener la felicidad como objetivo último de tu existencia: No es un objetivo épico. Y, en general, una buena heurística para guiarse por la vida es ver si lo que se está haciendo tiene algún tipo de épica.

Otra razón por la que la felicidad es un mal objetivo es que sabemos que nuestros sesgos psicológicos juegan en nuestra contra. Nuestra mente está configurada para que la felicidad futura nos parezca mayor de lo que realmente será (igual que está configurada para que el sufrimiento futuro nos parezca mayor de lo que realmente será).

Por ello, tener la felicidad como objetivo es un camino condenado al fracaso, porque la felicidad que “nos espera” es inferior a la que creemos que nos espera. Y, además, dura menos de lo que creemos que durará.

Rápidamente pasas a normalizar eso que tanto ansiabas y que tanta felicidad te prometía.

Y la última razón por la que no es un buen objetivo es lo que vengo diciendo desde hace rato: La felicidad no puede ser un objetivo porque no es un destino. No es algo en sí mismo. No es algo que se alcanza y se posee.

Pero, entonces… ¿Qué es la felicidad?

Ni puta idea, claro. Pero puedo intentar dar algunos apuntes (que deberán ser corregidos por los ancianos –sólo ellos pueden tener alguna idea de qué es la felicidad).

Diría, para empezar, que la felicidad no es un hecho, sino una interpretación. Esto parece bastante evidente, desde el momento en que la felicidad no es objetiva sino subjetiva. En consecuencia, la felicidad no puede ser un destino, porque una disposición psicológica negativa haría del paraíso un infierno.

También diría que la felicidad no es sinónimo de placer. Relacionar lo placentero con la felicidad puede ser tentador, pero probablemente sea un error. Y más aún si tomamos una visión más panorámica del acto placentero. Para el yonki, un chute es placentero, pero no felicidad.

Creo que la felicidad es algo a medio camino entre una consecuencia y un subproducto. Algo que puede (o no) suceder mientras se está haciendo otra cosa. Por eso, creo que la felicidad está en disfrutar lo que se hace, y no en hacer lo que se disfruta.

Obviamente, considero que la felicidad es inasible. No es algo que puedas construir ni alcanzar, y mucho menos algo que puedas mantener y poseer. Es algo que te atraviesa, como la serendipia. Y, como con la serendipia, se debe tener la disposición de espíritu y el entrenamiento (en un caso intelectual y en otro emocional) para aprovecharla.

Un último comentario resta por hacer acerca de qué es la felicidad. O, mejor aún, qué es la infelicidad. Porque, aunque las condiciones materiales y sociales difícilmente van a hacerte feliz por buenas que sean, las malas condiciones materiales y sociales sí pueden hacerte infeliz.

O, mejor dicho, pueden ponerte en una situación en la que seas incapaz de valorar la felicidad cuando ésta llega. Es normal, y no son necesarios argumentos porque tenemos refranes: Poco dura la alegría en la casa del pobre.

Creer que la infelicidad ligada a esta situación es algo de lo que eres responsable es frecuente hoy en día, pero es un error. Volvemos al principio de la niusleta: Esa forma de pensar es consecuencia de la tóxica filosofía Mr. Wonderful.

Esa infelicidad (insisto en que no es en sí mismo infelicidad, pero por simplificar) tiene unas causas claras, y no están dentro de ti. Como dice Ramón Nogueras: No necesitas un psicólogo, necesitas un sindicato.

En fin, concluiría esta niusleta diciendo que construyas (sea como sea) un entorno material suficiente para poder disfrutar de los momentos de felicidad que te atraviesen mientras buscas un fin superior.

¿Qué fin superior?

La virtud. La trascendencia. La autosuperación.

No lo sé. Esas tres me parecen razonables.

Probablemente cualquier objetivo que implique lágrimas en vez de risas sea una buena opción.

sobre el autor

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Soy Antoño, el Gran Orangotán Cósmeco. Me gusta la política, la filosofía, la psicología, el marketing y los negocios. Si estás leyendo los contenidos de esta web, probablemente ya me odies. Si no es así, suscríbete a la lista de correos.

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