Vamos a hablar del derecho de la derecha a la protesta, a la revuelta, a la rebelión y, en general, a liarla en la calle y contestar al poder.
En general, la izquierda tiene muy asumido esto como parte de su cultura, mientras que la derecha, no. Es por ello que la izquierda es mucho más dueña del espacio público, porque no sólo sale más, sino que lo hace con más fuerza y ruido.
En mi opinión, esto se debe a cuatro grandes razones:
Primera, que la izquierda tiene una naturaleza de desconfianza de la autoridad (aunque, para subvertirla, está dispuesta a someterse a cualquier poder –luego, al ver la cagada, también se oponen a él, pero para entonces ya están en un gulag) y se opone más a ella.
La derecha, por su parte, tiene una tendencia natural a aceptar la autoridad, porque es una forma natural de ordenación de las cosas. El problema es que, a menudo, la derecha confunde autoridad con poder (o acepta el poder a falta de autoridad).
Segunda, la izquierda tiene una pulsión muy fuerte de justicia y equidad. Eso le lleva a preferir el desorden a la injusticia. La derecha, en cambio, sabe que el desorden acostumbra a ser el caldo de cultivo de injusticias aún mayores.
Tercera, paradójicamente, la izquierda confía más en sus ideas y en que sus ideas tienen una preeminencia ética sobre las demás. La derecha duda más (por su herencia dogmática y no racionalista) y tiene una mayor humildad ética y epistemológica.
Cuarta, debido a lo anterior, la izquierda tiende a creer con más facilidad que la molestia y el daño a terceros (sean enemigos o desafortunados que había por allí) está justificado por la defensa de ese bien superior. La derecha tiene más dificultades con ello, debido a esa humildad.
Sin embargo, la derecha ha protagonizado revueltas y protestas históricamente. Las revueltas contra el Antiguo Régimen, la independencia estadounidense, la Guerra de Secesión, las protestas contra ETA en las que por poco se lincha a los de Herri Batasuna, etc.
La derecha no es incapaz de recurrir a la revuelta (violenta o no). Pero hay que entender cuáles son los drivers que mueven a la derecha a la protesta:
Primero, contrariamente a lo que mueve a la izquierda, la derecha se mueve más por la falta de libertad concreta que por la falta de libertad abstracta. Para profundizar en este tema, esta niusleta.
Segundo, la derecha puede aceptar el desorden momentáneo cuando la injusticia percibida sea demasiado grande (generalmente, una importante falta de libertad concreta). Sin embargo, siempre se preferirá un buen golpe de Estado o una transición tranquila.
Sobre golpes de Estado tenemos que hablar otro día.
Tercero, a pesar de su mayor humildad ética y epistemológica, hay cosas en las que siente (a menudo no sabe y no puede razonar) que tiene razón. Generalmente, este sentimiento suele hacerse fuerte cuando se ve atacado. Si eso sucede, siente la necesidad y el derecho de responder.
Digamos que esa capacidad para confiar en las ideas y valores propios, en el caso de la derecha, es mucho más reactiva que en el caso de la izquierda, que es mucho más afirmativa. No es algo absoluto, pero algo de eso hay.
¿Y hay hoy las condiciones para justificar, según los puntos anteriores, que la derecha se rebele? Yo diría que sí.
La libertad concreta hoy es minúscula. Cada vez es más difícil la vida y estamos más amarrados por cadenas legislativas e impositivas, tanto en lo económico como en lo moral. Estas imposiciones obligan a renunciar (o a defender) esas ideas y valores que se sienten, pero no se saben.
Dado esto, cierto desorden está justificado. Por no hablar de que la derecha percibe que ya hay una notable falta de orden en ciertos ámbitos (nótese Barcelona Ciudad Sin Ley).
La rebelión de la derecha está justificada.
Ahora, ¿es viable? Porque una cosa es tener el derecho y otra tener la capacidad. Pero yo creo que, a día de hoy, sí existe esa capacidad. Por varios motivos:
Primero, la derecha siempre ha sido silenciosa, tanto en la calle como en las encuestas. Puede parecer que somos pocos, pero no lo somos. Si hubiese un periodo de actividad, habría mucha gente que acudiría.
Segundo, muchos de ellos son viejos a los que se la suda todo ya (y no hay nada más peligroso que un viejo al que se la suda todo), pero también hay muchos jóvenes que están en la derecha como reacción natural al mainstream de izquierdas y que, como buenos jóvenes, están deseosos de jarana.
Tercero, la derecha tiene mejor formación, más dinero y más músculo. Lo primero no siempre ha sido así y lo segundo puede ser un poco dudoso, pero lo tercero es inapelable. En cualquier caso, la mezcla de las tres cosas junto con los demás puntos facilita mucho las cosas.
Cuarto, la opinión generalizada es de que estamos en la mierda. Si hoy se celebraran elecciones, no ganaría la derecha porque lol qué vas a ganar con Pablo Casado?? pero no se aprecia al gobierno actual, así que la población, aunque no participase en ellas, vería bien ciertas protestas (otras no, por tener un pensamiento más normie, pero ahí ya está la elegancia e inteligencia al elegir las batallas y cómo darlas).
Quinto, lo anterior sería tanto más fuerte en los barrios más humildes y degradados por la inmigración y la pérdida de valores de respeto y convivencia. Donde más falte el orden, más se valorará y apoyará la exigencia de que vuelva. Obviamente.
Sexto, esa rebelión y protestas atraerían la atención de jóvenes (siempre con ganas de gresca) que ya sienten esa pulsión contestataria frente al mainstream de izquierdas, pero que todavía no están politizados.
Quinto, último y más importante: La derecha ha perdido la vergüenza y el complejo. Sin esto, todo lo demás sería irrelevante.
Así que, sí, la derecha tiene derecho a la rebelión, y se dan las condiciones para ejercerlo.
Sólo necesita que haya una chispa.
Y organización. Un poco de organización tampoco vendría mal.