Hoy voy a hablar de un mal que se adquiere en la universidad y que luego sólo perdura en el periodismo.
Se trata del lenguaje impostado.
Pero no cualquier lenguaje impostado. El lenguaje artificialmente barroco puede ser bienvenido en la obra artística. No me refiero a ese lenguaje impostado, no.
Me refiero al lenguaje impostado que se utiliza para camuflar que se es un imbécil con más ínfulas que cosas que decir.
Hay varias características que definen este lenguaje impostado:
El idiota escribidor elige, siempre que sea posible, el más difícil e infrecuente entre dos sinónimos. Donde cabe «imprescindible» pone «indispensable» y si no pone «deglutir» en lugar de «comer» es porque no conoce la palabra.
De hecho, la diferencia entre el buen barroco y el imbécil petulante radica en que el primero inspira curiosidad y respeto entre cultos e incultos y el segundo provoca tirria entre incultos y pena entre cultos.
La segunda característica del cateto lingüístico es la llanagudafobia. O sea, el abuso de las esdrújulas. Cuantas más esdrújulas, mejor. La esdrújula es el alma del saber, piensa el retrasado con bolígrafo (o teclado). La esdrújula encierra verdades ocultas.
Porque en el campo no se usan esdrújulas. ¿«Patata» es esdrújula? No, no lo es. Y no lo es porque a los ignorantes (y todos los payeses lo son) les están vedadas las esdrújulas, que son propiedad de la élite académica. Élite. ¿Acaso «élite» es llana? No. Es esdrújula. La que es llana es «vulgo». ¿Casualidad? No lo creo.
El subnormal del lenguaje sólo pone una excepción a esta norma. Y esta excepción es, a la vez, su tercera característica: La búsqueda incansable de polisílabos. Cuantas más sílabas, mejor. ¡Que se note que sobra idioma! ¡Que no falten sílabas! ¡Tres sílabas más de propina!
Ante la disyuntiva entre la esdrújula «método» y la aguda «metodología», hay que optar por la segunda. Sílaba gana a acento. Y más aún si podemos complicar innecesariamente el lenguaje (ver característica primera).
¿Hay algún problema con ello? No, no lo hay. Habrá, en todo caso, una problemática.
Pero el ascenso hacia la estulticia idiomática es una escalera de varios peldaños. Cuando se es aprendiz de esta innoble disciplina se tiende a sacrificar corrección para ganar expresividad.
Es el caso de la coma dramática, característica cuarta y sólo perceptible entre las crías de los cenutrios del estilo. La coma dramática se usa para dar solemnidad a algo intrascendente a costa de las reglas más simples de puntuación. Generalmente, colocándola entre el sujeto y el predicado. Tal que: «Tus opiniones, te delatan».
También es posible apreciar la coma dramática en adultos, pero esto tiende a suceder sólo cuando han escrito algo demasiado largo (siempre innecesariamente largo) y han perdido el hilo sintáctico de lo que andaban diciendo. Algo así: «Las opiniones de la gente de ese bando dedicado a expresar sus opiniones y ser gente, les delatan».
Que la frase de ejemplo sea una estupidez es buscado. Trato de aportar verosimilitud. Recuerda que el cretino publicado es alguien que, aunque llene mucho espacio, no dice nada.
La quinta característica del burro literario (empiezo a quedarme sin sinónimos) es el uso de adjetivos y adverbios por todas partes. Que no falten. Si puede componer las frases en un 90% de adjetivos y adverbios, habrá conseguido su objetivo.
Como no dice nada, es importante que lo poco que tiene sustancia de su texto (esto es, verbos y sustantivos) esté engordado con adjetivos y adverbios para que haga bulto. Como un cuerpoescombro que se pone dos chaquetas para parecer más ancho. Como unos calcetines en los calzoncillos.
El sexto y último rasgo distintivo del lerdo gramatical es la perífrasis. Como no dice nada y tiene un horror vacui del copón, se ve obligado a decir «hacer uso» en vez de «usar» y «llevar a cabo» en vez de «hacer».
Creo que esta somera descripción zoológica del inútil con Word es suficiente.
¿Mis consejos si te sientes identificado?
Si eres estudiante y tienes que hacer un trabajo, sé claro y conciso. Los mejores premios Nobel se han ganado con papers de un folio.
Si eres periodista, búscate un trabajo de verdad.