Resulta que un moro ha degollado (¿por qué se ha puesto de moda llamar «decapitación» a los degollamientos?) a un profesor por unas caricaturas.
Ya se sabe que no se pueden hacer caricaturas de Mahoma. Lo dijo alguna vez no él, sino alguno de los que llevan 1400 años matándose entre sí por los sahaba y Ali y esas movidas.
Se dice, creo, en alguno de esos hadices de mierda donde se pasa, sin solución de continuidad, de discutir cuánto tiene que medirte la barba a si es lícito follarte a tu sobrina.
Total, que no puedes hacer caricaturas de Mahoma y si lo haces te expones a que venga un follacabras y te mate. No pienso hacer ni usar ninguna caricatura. Soy un tipo listo y no quiero morir.
Lo de follar ovinos es otro precepto sagrado en el islam. La tradición dice que el profeta, entre niña y niña, también se follaba alguna cabra. La fiesta del cordero, en origen, era más divertida y turbia.
Eso sí: cerdos, no. Que son haram. Y bancamos. Aquí respetamos las costumbres de todos los pueblos. Hasta el suicidio si es necesario. Hasta ahí llega nuestra tolerancia y nuestra vergüenza por no sé muy bien qué.
Conste que está lejos de mi intención ofender el sentimiento religioso de nadie. No. A lo que quiero ofender es al islam, a su profeta, y a Alá no porque tiendo a pensar que toda forma de Dios es la misma. Pero que no se ponga muy flamenco, tampoco.
A ver, el islam tiene cosas que molan. Su puto profeta era un guerrero. Eso mola. Es normal que los chavales camelen y quieran emularlo.
Pero claro, entre conquistar media península arábiga y rajar el cuello a un profesor que seguramente se cortaba cuando picaba en juliana las zanahorias, pues hay un cacho.
Por suerte, no sólo Occidente degenera.
De hecho, no sé pa qué andan con tanto jaleo, si las que están conquistando Occidente, en todo caso, son las moras y sus coños.
Yo me pongo en su piel y me sentiría muy jodido. Mi trabajo de guerrero haciéndolo esos seres que considero a medio camino entre una vasija que pare y un electrodoméstico biológico. Sad.
Estoy con la duda de si finalmente eso de parir como conejos instalará un califato por vía democrática en Occidente. Por un lado, en unos años los números podrían dar. Por otro, el vicio occidental es poderoso. Que se lo digan a Bin Laden y su colección de porno.
Pero bueno, ¿a quién le importa? A mí, no. La verdad es que me la pela y ya va siendo hora de terminar esta niusleta.
Sirva esta sátira para compensar todos esos artículos neutros y equidistantes sobre “el derecho a ofender”. Lo que toca hoy no es eso, es esto.
Problema suyo si no lo entienden.
Obviamente para poner remedio a este problema hay que ser igual de bestia + 1, que es la única vía que entiende cualquier ser no civilizado. Y de eso en España entendemos. O más bien entendíamos cuando fuimos la única nación que expulsó a esa gangrena… Hoy parece ser que sólo queda una ínfima huella en nuestros genes: únicamente el fútbol inflama aquella furia roja temida por nuestros enemigos. Vamos, un desastre multicultural y flowerpower.
En fin.