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En defensa de la mentira

E

Hay circunstancias en que una mentira es el más santo de los deberes

Ernest Renan

La mentira tiene mala prensa. Probablemente, sea la herramienta más comúnmente utilizada y que, a la vez, peor prensa tiene.

Así que hoy voy a hacer una breve defensa de la mentira:

Primero, porque la mentira es más variada. En general, en nuestro día a día, las verdades se repiten. Sin embargo, cada mentira es nueva. Si decidimos contar la verdad sobre un suceso, será la misma verdad para todos a los que se la contemos. Si decidimos mentir, podemos inventar una diferente para cada uno.

Luego ya te buscarás la vida para que no te pillen. Pero, de primeras, aportas más variedad.

Por eso nos gusta tanto escuchar historias del pasado, porque la mitad de las cosas que hay en ellas nos las inventamos y cada vez que se cuentan se añaden u omiten cosas. Si siempre fuera exactamente la misma historia, nos cansaríamos de ella.

Segundo, porque la mentira es más creativa. Esto, obviamente, va de la mano con lo anterior. La mentira activa la región creativa del cerebro, mientras que la verdad no lo hace.

Que tampoco es como que la creatividad tenga un valor en sí misma, pero, sin duda, tiene mayor potencial generador que la simple enunciación de verdades. Quizá lo que generas es que tu mujer te abandone, pero, oye, generas algo. Quizá todo el movimiento proviene de la mentira.

Pero, en tercer lugar, la mentira también puede hacer que tu mujer no te abandone. Y es que la mentira es útil socialmente. Si tu mujer te pregunta cómo le queda el vestido y le dices que parece una morcilla, no va a apreciar tu sinceridad.

Y esto es una tontería de ejemplo, pero si a tu mujer se le muere el padre mientras está trabajando, será mejor que la llames y le digas que vaya para casa que ha habido una fuga de agua y está todo inundado que no que vaya para casa porque su padre ha muerto.

Porque por el camino puede ser ella la que se mate con el coche.

Una cuarta razón, ligada a las dos primeras, es que la mentira es más divertida. Bueno, es divertida siempre que estés mintiendo sobre cosas irrelevantes. Bueno, y también si mientes sobre cosas relevantes, siempre que no te pillen.

Reconozco que este punto es un tanto dudoso, porque yo también he tenido ansiedad tratando de mantener una mentira. Esto se nota mucho en los juegos tipo Lobo de Castronegro, donde estás divirtiéndote hasta que estás acorralado.

Pero, vaya, sin duda, ayuda a sentirte vivo. La mentira despierta más sensaciones y emociones que la verdad.

En quinto lugar, la mentira es más exigente. Por todo lo que hemos dicho. Decir la verdad es fácil, sostener una mentira requiere de toda una compleja arquitectura de nuevas mentiras que sean autocoherentes.

Es la hostia de complicado.

Así que, como ejercicio mental, me parece que pocas cosas hay más estimulantes (y estresantes).

Por último, tengo dos razones definitivas por las que defender la mentira:

La sexta es que la mentira es necesaria para el arte. El arte es una gran mentira. Quizá el único ámbito en el que toleramos la mentira. De hecho, en cine hay un concepto llamado “suspensión de incredulidad” que, directamente, significa que estamos más abiertos a que nos mientan.

Cuanto mayor sea la mentira y menor la suspensión de la incredulidad de quien observa la obra, mejor obra de arte.

Creo. No sé. Esto me lo he sacado ahora mismo de la manga y no lo he reflexionado mucho.

Y, para acabar, la séptima razón es que la mentira es la forma en que nos explicamos el mundo, y no podemos huir de ello. Todo análisis de la realidad, desde la experiencia sensible hasta los teoremas matemáticos, son interpretación.

Esto es, mentira.

Acabar con la mentira es acabar con la capacidad del ser humano para comprender el mundo, porque comprendemos el mundo a través de mentiras.

Aunque tampoco pasaría nada, porque si acabamos con la mentira, acabaríamos, directamente, con el ser humano.

Y estas son las razones por las que hay que defender la mentira.

Pero, a pesar de todo lo anterior, preferimos la verdad.

Porque la mentira es más variada, más divertida, más creativa, más exigente y más útil. Pero la verdad tiene más profundidad.

sobre el autor

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Soy Antoño, el Gran Orangotán Cósmeco. Me gusta la política, la filosofía, la psicología, el marketing y los negocios. Si estás leyendo los contenidos de esta web, probablemente ya me odies. Si no es así, suscríbete a la lista de correos.

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