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Leer a los nazis

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Habrá alguna idea que merezca ser pensada de nuevo

Elías Canetti

El otro día, un comunista de los inteligentes al que sigo en tuiter, planteó que Ana Iris Simón, la autora de Feria, tenía sus peligros porque citaba en su libro a Ramiro Ledesma y otros fascistas o falangistas.

Y me chocó un poco. Pensé: ¿es peligroso cuando alguien cita en su libro a Lenin? Porque, desde luego, sorprendente no es.

Me di cuenta de algo que, en realidad, siempre había sabido, pero en lo que nunca me había parado a pensar: Cualquiera puede estudiar, citar de forma positiva y rescatar ideas de los tipos situados en la izquierda más extrema sin que eso signifique que necesariamente tenga intención de montar un gulag.

Sin embargo, si cualquiera estudia, cita de forma positiva o rescata ideas de autores situados en la derecha más extrema, inevitablemente acabará siendo un neonazi pegando patadas a maricones y negros por la calle con botas con punta de acero.

Y, ojo, que no es sólo que la izquierda considere al de derechas que lee cosas nazis como un potencial genocida. No. Es algo generalizado. La propia derecha considera que, si lee cosas nazis, va a acabar gaseando judíos.

Es una exageración, pero ya me entiendes.

La izquierda tiene mucha más facilidad y menos complejo al leer autores situados “en su extremo” que la derecha. Y, por supuesto, recibe menos críticas tanto de propios como de ajenos.

Hay un tema de centro centrado y de hegemonía ahí: Sólo está permitido rescatar y reformular ideas del espectro que va desde la derecha hasta la extrema izquierda. Y la derecha, con su agachacervicismo habitual en los últimos años, ha aceptado e interiorizado esto.

Y, si sólo se pueden rescatar y reformular ideas que van desde la derecha hasta la extrema izquierda, es obvio qué va a salir de ahí en el largo plazo, porque el centro no está en el centro. Sólo por el simple hecho del “recorrido” que tienes disponible en el eje, la derecha tiene las de perder.

Pero eso, incluso, es lo de menos. Hay algo más importante: Es en los extremos donde están las ideas más radicales y rompedoras. Las ideas que sí pueden suponer un cambio y un revulsivo importante para todo tu lado del eje.

Ninguna idea ha surgido nunca del centro. Los extremos dictan y el centro gestiona lo dictado. Así va. Las ideas surgen de los extremos y se popularizan (a menudo, mutando y diluyéndose) en el resto del eje. Si cercenas uno de los extremos, estás eliminando una de las matrices que alumbran ideas.

Obviamente, a la izquierda le parece bien eliminar el extremo derecho y que no surjan ideas de ahí y a la derecha le parecería bien eliminar el extremo izquierdo. Yo, que soy más listo, más guapo, más alto y, sobre todo, más sudapollista, creo que es bueno que ambos extremos existan.

Ambos.

Si el eje sólo va desde la derecha hasta la extrema izquierda, no sólo la derecha generará menos ideas y el debate estará escorado a la izquierda, sino que la parte izquierda del eje será mucho más vibrante, con ideas más audaces y con mayor dinamismo, mientras que la derecha permanecerá vieja e inoperante.

Más allá de esto: Sucede algo muy gracioso. Y es que, en realidad, la derecha sí puede leer a algunos autores “extremos”. ¿Cuáles? Los que la izquierda dice que son de interés. Schmitt bien, Ledesma mal; Chesterton bien, Evola mal.

De lo anterior se sigue que la derecha es incapaz de reinterpretarse y cambiar. O, si lo hace, lo hace desde ideas conocidas, estudiadas y bien manejadas por la izquierda, dando como resultado ideas con un pobre desempeño en la batalla ideológica.

Ahora, toda esta niusleta pudiera estar equivocada. Quizá lo que he mencionado no sucede.

Hagamos la prueba.

En esta niusleta la proporción de gente de derechas es, probablemente, alta. Y, desde luego, también lo es la de gente inteligente y razonablemente culta.

Pues bien:

¿A cuántos de los siguientes autores conoces? ¿De cuántos podrías citar el nombre de una obra? Maeztu, Gómez-Dávila, D’Annunzio, Julius Evola, Kuehnelt-Leddihn, John C. Calhoun, Yukio Mishima, Carl Schmitt…

¿Y de los siguientes? Lenin, Mao, Rosa Luxemburgo, Bakunin, Kropotkin, Gramsci, Zizek, Foucault, Habermas, Adorno, Dworkin…

Podrá aducirse que he citado a los más oscuros y perdidos de los primeros y a los más conocidos de los segundos. Nada de eso. Más o menos podrían jugar en la misma liga (con la excepción de Lenin y Mao, que pueden conocerse más por su papel en la Historia que por su pensamiento –aunque seguro que también conoces alguna de sus obras).

Si conoces a unos y no a otros, es, precisamente, porque se te ha ocultado la existencia de los primeros.

Tranqui, no hay una mano invisible ni una conspiración manteniéndote ignorante respecto a los pensadores de derechas. Es el simple signo de los tiempos y el devenir de la historia. No hay un plan maléfico. Es la consecuencia natural de lo que vengo comentado a lo largo de toda la niusleta.

Ahora bien, es nuestra responsabilidad poner freno a esa dinámica. Si queremos reformular la derecha, tenemos que leer el Mein Kampf. Aunque sea para decir que es una basura y que no hay nada rescatable.

Hay que releer a los autores prohibidos. Sin prejuicios previos: Nazis, fascistas, falangistas, reaccionarios, tradicionalistas, ultracatólicos, distributistas, ancaps, paleolibertarios, ordoliberales…

E, insisto, probablemente el 90% de lo que leamos ahí sea auténtica basura. Pero aun así hay que hacerlo, porque hay que bajar al barro para encontrar las perlas que permitan repensar toda la derecha desde el extremo.

Y estos libros no van a caer en tus manos. Hay que ir a buscarlos.

sobre el autor

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Soy Antoño, el Gran Orangotán Cósmeco. Me gusta la política, la filosofía, la psicología, el marketing y los negocios. Si estás leyendo los contenidos de esta web, probablemente ya me odies. Si no es así, suscríbete a la lista de correos.

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