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No te mereces ser feliz

N

El verdadero secreto de la felicidad consiste en exigir mucho de uno mismo y muy poco a los demás

Albert Guinon

Hoy, niusleta breve que tenía pendiente desde hace tiempo.

No te mereces ser feliz.

Vivimos en una sociedad en la que TODO está orientado no sólo a hacer creer a la gente que lo importante es ser feliz (una meta de por sí prosaica y, por tanto, poco deseable), sino a que se merece ser feliz.

Lo has visto en la publicidad, basada en la fórmula “cómpralo, te lo mereces”, “te mereces un capricho” o, literalmente, “te mereces ser feliz”. Lo has visto en todos esos discursos en los que cualquier cosa que implique sacrificio y no recompensa inmediata se presenta como “tóxico”.

Y, claro, si te mereces ser feliz, es que tienes derecho a ser feliz. Y, si tienes derecho a ser feliz, alguien tiene el deber de hacerte feliz.

Pero, como nadie quiere encargarse de eso, porque eres una mierda con pretensiones, dejamos que sea la sociedad la que tiene la obligación de hacernos felices.

Parafraseando a algún francés (Dios me perdone), la sociedad de hoy es la ficción por la cual todo el mundo trata de ser feliz a expensas de todo el mundo.

Todo el mundo se cree con derecho a ser feliz, como si ser feliz fuera siquiera algo que uno puede proponerse (no digamos ya que los demás nos hagan ser felices).

No hay un “estado de felicidad”. La felicidad no es un estado. La felicidad es un residuo. Haces algo doloroso, costoso, exigente y, una vez terminas, como residuo te queda algo de felicidad. Frágil y efímero. Desaparece enseguida. Hasta que vuelves al sacrificio.

Por eso la felicidad sólo existe encima de esa montaña, debajo de esos hierros, dentro de esa mujer, porque el universo recompensa el sacrificio. No habríamos evolucionado si la felicidad pudiera ser una constante. ¿Qué necesidad habría?

Por eso toda la sabiduría desde hace miles de años se centra no en alcanzar la felicidad, sino en atenuar las emociones. Porque si la felicidad es efímera y el sufrimiento constante, el saldo neto de reducir ambas emociones es positivo.

En teoría. A mí esto me parece una solución de cobardes (por qué el estoicismo es una filosofía de cobardes y zombis es tema para otra niusleta). Pero da buena cuenta de que, tradicionalmente, la felicidad se ha considerado algo transitorio.

Sólo en nuestras sociedades se considera, como digo, algo que puede darse como algo más que una consecuencia o resultado y que, además, puede ser provisto por terceros.

Por supuesto, como la felicidad no existe sin sacrificio, nadie puede hacerte feliz, porque nadie puede sacrificarse por ti. De hecho, paradójicamente, si alguien se sacrifica por hacerte feliz, quien más probablemente vaya a ser feliz sea él. Tú no.

Tú vas a estar comiendo prozac.

sobre el autor

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Soy Antoño, el Gran Orangotán Cósmeco. Me gusta la política, la filosofía, la psicología, el marketing y los negocios. Si estás leyendo los contenidos de esta web, probablemente ya me odies. Si no es así, suscríbete a la lista de correos.

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