Antes de empezar esta niusleta, una disculpa porque OTRA vez va a tratar sobre familia y estas mierdas que últimamente tanto se tratan y tanto he tratado yo. No era lo que tenía pensado, pero es que ha salido este artículo y quiero contestarlo. A partir del lunes que viene trataré de devolver a esta niusleta su tradicional variedad.
El caso es que este artículo ha circulado un poquillo estos últimos días porque la mujer de 42 años que lo escribe se queja de esta especie de giro en el discurso que está habiendo hacia los valores tradicionales, identificados por ella en el pueblo y la familia.
La izquierda se está dando cuenta de ello. Ha tenido que venir una de izquierdas (Ana Iris Simón) a decirlo para que se enteren, porque, si no, la izquierda, que está a por uvas, con su típica desconexión de la otra mitad de España, no se entera. Pero se está dando cuenta.
Y, claro, no les hace mucha gracia y andan haciendo hilos y publicando artículos sobre por qué la familia está mal.
Parece de risa, pero es así.
Y nada, vamos a hablar un poco de las cuatro o cinco cosillas que me han llamado la atención de este artículo:
En primer lugar, por algún lado llama mafia a la familia, y menciona que, de hecho, en su familia se refieren a la familia como “lafamiglia”. En la mía también lo hacemos. No parece algo especialmente original. La cuestión es por qué lo hacemos y por qué cree ella que lo hacen: No es porque sea imposible salir de ella (que no se puede), sino por ser lo primero que se defiende y lo último que se traiciona. Siempre.
Tu padre no llama “famiglia” a la familia porque se considere tu carcelero, sino porque, si matas a alguien, entierra contigo el cadáver.
Un poco más adelante llama “trasto de la vieja esencia” a la familia. Y, hombre, hay que reconocerlo, la familia, como concepto extenso, es bastante vieja. Ahora, también es bastante nueva, y lo va a seguir siendo hasta que tengamos fábricas de cachorros humanos (si es que eso alguna vez llega a funcionar).
Además, ¿por qué este desprecio a lo viejo? Lo viejo ha demostrado capacidad de supervivencia con el beneplácito de decenas de generaciones distintas. Ya es más de lo que ha hecho lo nuevo, que ni ha sobrevivido ni tiene el beneplácito ni siquiera de una generación (como demuestra la existencia de este debate).
Luego hay algo curioso, y es que habla de este giro en el discurso público hacia la vuelta a lo rural y a la familia como algo que intenta presentarse como progre. Francamente, no tengo ni puta idea de lo que está hablando aquí.
Quicir, hay gente de izquierdas que ha hablado de ello, ¿pero progres? Por no hablar de que la gente de izquierdas que habla de ello son cuatro gatos. El retorno al pueblo y a la familia es algo defendido muy mayoritariamente por malvados fascistas como tú y como yo, estimado lector.
Creo (creo) que esa percepción se debe a lo comentado un poco más arriba en esta niusleta: Esta gente está desconectadísima de las corrientes de pensamiento y sentimiento de la derecha y, por tanto, esta mujer ha empezado a ver este discurso cuando lo han abordado algunos izquierdistas.
Y supongo que lo llama progre porque, en su concepción, la izquierda no puede defender algo que no sea el progreso y, por tanto, si la izquierda presenta el pueblo y la familia como objetivos deseables, debe estar diciendo que el pueblo y la familia son progres.
Quizá vayan por ahí los tiros.
Cabe un comentario más sobre este tema: Si el retorno al pueblo y la familia es o no es progresista da un poco igual, lo que está claro es que es progreso. Quizá la diferencia entre progresismo y progreso amerite una niusleta.
Siguiendo con este rollo del retvrn to tradition, habla de que en Francia ya se está viendo un giro hacia la religión, y comenta que lo veremos también aquí. De nuevo, muestra desconexión respecto al sentir derechoso, porque ya hace bastante tiempo que lo estamos viendo. Ella no se enterará hasta que las tesis de Armesilla de que no se puede construir el socialismo en España sin contar con el catolicismo calen en la izquierda dentro de un par de años.
El caso es que es normal. El vacío espiritual hay que llenarlo, y las religiones construidas a la carta (un poco de astrología, un poco de mindfulness, un poco de cristianismo y un poco de wikka) no sirven, porque a la carta significa soledad.
La cuestión en este punto es dejar clara la visión negativa que tiene la autora sobre el pueblo, la familia y la religión. Sólo alguien muy soberbio y resentido con el mundo puede ver estas tres instituciones como negativas. Y quizá a la soberbia y resentimiento haya que sumar algo de cobardía, creo.
Luego dice algo así como que el individuo no se contrapone a la familia, sino a la comunidad. Como si la familia no fuese la primera comunidad para cualquier individuo y, a la vez, la base de comunidades mayores desde que los primeros clanes se juntaron para formar la primera tribu.
También dice que la familia es desigual y antidemocrática. Y, sí, joder, así es, porque sería medio raro que el niño de dos años y el padre de cuarenta consensuaran si la hipoteca la quieren a tipo variable o fijo.
La familia funciona, precisamente, porque es acorde a la naturaleza humana. Uno parece que manda, otra manda, otros obedecen, y un señor mayor aconseja a los que obedecen y da por culo a los que mandan. Así es y así debe ser. Y están bien los cambios que puedan darse por el devenir de los tiempos, pero, aunque cambien los actores, los papeles persisten.
Y, cuando los papeles no persisten, la familia se rompe. Y, cuando la familia se rompe, sus miembros sufren. No es una cuestión de esencias. Es una cuestión bien material.
Un poco más adelante se pone a hablar de Hegel como si Hegel le importase a alguien. Una paja mental sobre que Hegel decía que la familia era la tesis y la sociedad de individuos era su antítesis y que la síntesis era el Estado y que en esas estamos ahora y que no se puede responder a esa síntesis con la tesis inicial y no sé qué polladas más.
Mira, no sé si Hegel decía eso, pero con esa mierda de las tesis y las síntesis de Hegel pasa algo curioso, y es que ese ciclo de tesis-antítesis-síntesis es infinito y fractal (valga la redundancia), mientras que las posibilidades que encajar en esos tres puntos son finitas. Así que, inevitablemente, se van a repetir en algún momento, cambiando o sin cambiar papeles.
Y, probabilísticamente, en ese continuo devenir de las cosas, en algún momento una síntesis se encontrará como antítesis la tesis inicial. O sea, que perfectamente puede darse familia – sociedad liberal – Estado moderno – familia.
Eso dando por bueno a Hegel, que en principio me parece bien porque me ha dado pie a soltar la paja mental que acabo de soltar.
Algunos comentarios telegráficos más, porque no tengo ganas de seguir profundizando tanto (estoy de vacaciones):
Que la mujer pudiera elegir en los 70 no “se convirtió” en un problema, sino que se reveló como tal. De ahí no se sigue que haya que volver a tener a la mujer en la cocina, pero ahí hay un problema y habrá que abordarlo para solucionarlo, en lugar de decir que no hace falta tener críos. Básicamente, porque decir eso es suicidarse.
Sobre la acusación de racismo, a mí me da igual si dentro de 50 o 100 años los niños españoles tienen los ojos un poco más rasgados o son un poco más morenitos. Lo que no me da igual es que esos niños dejen de ser españoles. Y, si en 50 o 100 años la población española pasa a ser negra o china, no serán españoles. Y si no son españoles, no reproducirán las tradiciones, los valores y el espíritu de nuestros ancestros. Y yo sí creo que tenemos una deuda con ellos y que mantener eso vivo es mantenerlos a ellos vivos. Pero entiendo que si te la suda el porvenir, imagínate el pasado, tan sucio e ignorante.
Luego viene lo que más ha dado que hablar. Textualmente: “Pero a los 30, yo ya disponía de tres veces más formación, información y cultura que ellos a la misma edad, había visitado el triple de lugares, había amado al triple de personas y había estado en mil fiestas más.”
Alguien me dijo una vez “inteligencia es saber escoger los medios; sabiduría es saber escoger los fines”. La formación debería ser un medio (si no, se le llama cultura). Así que la duda es: ¿De qué te ha servido esa formación? ¿Han sido buenos medios para alcanzar tus fines? A tenor de lo que dices poco antes, no. Así que, sí, igual tienes tres veces más formación, pero eres tres veces menos inteligente y tres veces menos sabia. Como poco.
¿De qué te sirve la información si no eres capaz de distinguirla del ruido? ¿De qué te sirve la cultura si desprecias la Semana Santa? Has visitado el triple de lugares y ninguno te ha visitado a ti. Te han visitado el triple de tíos que a tu madre y estás sola. Has estado en mil fiestas más y sigues vacía.
Luego nos habla de que es normal buscar la estabilidad en este mundo líquido, dejando entrever que lo que mola es esa sensación de vacío e incertidumbre. ¡La izquierda! Parecen liberales-coach hablando de emprender. Pues claro que se busca la estabilidad. Pues claro que si el mundo actual no la ofrece se desea cambiarlo. Pues claro que si la propuesta de progreso que se plantea no seduce se prefiere volver a lo anterior. Joder, si todo esto es obvio.
En lo que sí estoy de acuerdo es en lo de que si quieres comer como cocinaba la abuela, tienes que dedicar el mismo tiempo que ella a los fogones, y que la gente del pueblo se va a la ciudad porque el pueblo es muy esclavo. La cuestión es si no es esa “esclavitud” lo que nos acaba haciendo felices, en vez de la liquidez de la ciudad.
En los últimos años hemos aceptado el “construirte a ti mismo”, esa especie de libertad absoluta para crear tu ser de espaldas a cualquier tipo de comunidad (con las obligaciones que éstas tienen). Y mucho me temo que no estamos diseñados para eso. No nos construimos. Nos construyen. Y nos construyen a base de límites.
Termina diciendo una tremenda gilipollez: Que el verdadero amor a la familia es reivindicar lo que los mayores de la familia no tuvieron. O sea: “Mira, papá, te muestro el amor a esta familia reivindicando que ojalá jamás hubiese existido”. No sé, me parece regular.
De todos modos, eso encaja en esta especie de idea que acabo de comentar de que todo debemos decidirlo y construirlo nosotros mismos de forma consciente y proactiva (muy en la línea de lo que dice sobre que es antidemocrática, desigual y represora).
No, las cosas no son “esto me gusta, voy a tenerlo”. Las cosas a menudo son “tengo esto, va a gustarme”. No casarte con la mujer de la que te enamoras, sino enamorarte de la mujer con la que te casas. No querer tener hijos, sino tener hijos y quererlos.
Lo que pasa es que eso exige compromiso con uno mismo y sacrificio por el otro.