antoño orangotán epistemología, semiótica, emprendimiento, marketing…

La izquierda es el mal

L

Las parejas duran cada vez menos, las relaciones cada vez son más líquidas porque parece como si le exigiéramos cada vez más al amor a la par que somos, paradójicamente, más incapaces de esforzarnos por él cada día

Ana Iris Simón

La izquierda es el mal.

Y, ojo, no porque lo diga yo o porque la derecha la coloque ahí. Qué va. La izquierda es el mal porque ellos mismos han decidido ser el mal y vincularse a todo lo malo.

O, mejor dicho, desvincularse de todo lo bueno (que es lo mismo, pero a la manera anti-, que es la propia de la izquierda).

La izquierda se ha encargado durante años (décadas, de hecho) de equiparar a la derecha al mal. Todo lo que la derecha defendía era malo. Esto está muy bien, porque, evidentemente, te coloca a ti, que defiendes lo contrario, como el bueno de forma automática.

El problema es que es un arma de doble filo.

¿Qué pasará cuando la gente empiece a pensar que aquello que defiende la derecha no está mal? Pues el efecto contrario. Automáticamente, tú, que defiendes lo contrario, pasas a ser el malo.

Y, como la derecha, en un proceso natural y necesario, ha ido desprendiéndose de lo accesorio y quedándose en lo esencial (defensa de la vida, de la familia, de la patria, de la estabilidad, de la seguridad, del orden…), pues es muy difícil seguir diciendo que defiende el mal.

Es cierto que, durante algún tiempo y en algunos reductos, se puede dar una esquizofrenia tal que te lleve a pensar que la vida, la familia o el orden son algo malo, pero lo normal es que todo eso te suene bien. Especialmente cuando creces.

Como dice Dimas, cuando tienes 30 años, quieres un trabajo estable y que tus hijas puedan ir solas al cole sin que las violen.

Pasas a identificar aquello que defiende la derecha como lo bueno y deseable.

Mientras tanto, la izquierda te sigue diciendo que eso es malo. Y, claro, tú te paras un momento, miras atrás, miras adelante, y dices: “O bien estoy equivocado respecto a lo que me parece bien o mal, o aquí el malo es quien me dice que lo bueno es malo”.

Y la gente muy comprometida políticamente es la menos, así que la gente tiende a quedarse pensando lo segundo. Y menos según pasan los años, porque, efectivamente, esas cosas que se creían malas no lo son tanto. Por algo existen desde hace miles de años. Por algo las defendía la izquierda en el pasado.

Porque esa es otra. Hubo un tiempo en que la izquierda era inteligente y defendía ciertos valores atados a realidades muy concretas, como la patria, la salud o incluso las redes de ayuda al desfavorecido propias de las iglesias. Hoy no hay ni valores, ni concreción ni pie en la realidad.

Es curioso. Hemos pasado de que izquierda y derecha fueran dos enfoques para buscar bienes más o menos parecidos a que cada una busque una cosa diferente.

Y esto sucede porque, como ambas estaban vacías de contenido, estrategia y objetivos (cada vez más esto le sucede sólo a la izquierda), la única forma de mostrarse como diferente y poder, simplemente, ser, era coger lo que defendía la otra parte y ponerse a hacer bandera de todo lo contrario.

Esto se ha dado en ambas direcciones, de forma que, a veces, la derecha defiende cosas que en verdad le sudan los cojones pero que tiene que defender porque la izquierda defiende lo contrario. Pero le pasa más a la izquierda.

Le pasa más a la izquierda por dos razones simples: Primera, es ella la que surge como respuesta a un statu quo. Segunda, ya fracasó una vez y tuvo que reconstruirse (y ese fracaso implicó la pérdida de telos propio y, por tanto, su reconstrucción pasó y pasa, necesariamente, por la refracción de los valores del adversario, tal y como decía un poco más arriba).

Total, que tienes una derecha con unos valores que, en su mayoría (no en su totalidad) son los que eran, y una izquierda negándolos, en lugar de reconocer los que son valiosos (cosa que podría hacer la derecha, también).

Y, como la derecha ahora mismo defiende cuatro cosas de puritito sentido común, que necesariamente la gente tiene que asociar al bien (porque es que lo contrario es la extinción), pues quien queda asociado al mal es la izquierda.

Hay otro tema y creo que es importante.

La izquierda es rehén de sus propias mierdas. Se ha metido en una deriva muy jodida en que lo que proponía ha tenido efectos de puta pena, pero ya no puede echar para atrás.

Pongo un ejemplo. El aborto.

El aborto lo presentó la izquierda como un logro de la mujer que podría interrumpir su embarazo y controlar mejor su vida en aquellos casos en los que las circunstancias fueran duras y todo eso.

La realidad es que ahora se abortan el 20% de los embarazos, a razón de 274 al día. 100.000 al año. Esto es un drama humano, social y nacional sin precedentes y no hay por dónde cogerlo.

Pero no voy a decir que la izquierda es el mal por defender eso. No, no voy por ahí.

Mi punto es que la izquierda es rehén de sus políticas por la misma retórica que ha utilizado para defenderlas. Ahora mismo, la izquierda podría considerar eso mismo que he dicho yo, que el aborto es un drama y que habría que ponerle fin. Pero no podría.

No podría porque, al haber presentado como un derecho inalienable que dota de poder y libertad a la mujer y mil pajas mentales más, ya no puedes ir para atrás.

Toda medida que tomas con un discurso de este tipo no puede ir para atrás. Es aplicable a muchas otras cosas, empezando por la inmigración de los machetes y acabando por el timo ecosostenible.

Ya tenemos todos los elementos:

  1. Una derecha que ha ido dejando de lado todo lo accesorio y se ha quedado en lo fundamental (vida, familia, patria, estabilidad, orden, etc).

  2. Una izquierda que, vacía de contenido tras el fin del socialismo real, tuvo que reconvertirse y lo hizo a base de negar lo que defendía la derecha.

  3. Una izquierda que ha gobernado y ha ocupado los puestos de poder político, social y cultural.

  4. Una izquierda rehén de sus políticas y que sólo puede huir hacia adelante por las características de su discurso.

Total, que, en defensa de la libertad, la igualdad, la equidad y la tolerancia tenemos muerte, disolución de lazos, apuñalamientos por las calles y unos calvos con gafas que hablan en alemán y en holandés y que mandan aquí, aunque aquí no les conocemos.

Eso sí, vaya puta facha la Ana Iris.

sobre el autor

antoño orangotan
antoño orangotán

Soy Antoño, el Gran Orangotán Cósmeco. Me gusta la política, la filosofía, la psicología, el marketing y los negocios. Si estás leyendo los contenidos de esta web, probablemente ya me odies. Si no es así, suscríbete a la lista de correos.

2 comentarios

antoño orangotán epistemología, semiótica, emprendimiento, marketing…