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Ludismo selectivo

L

La revolución no debe ser una revolución política. Su objeto no será derribar gobiernos, sino las bases económicas y tecnológicas de la sociedad actual

Theodore Kaczynski

Imagino el futuro como una distopía totalitaria donde el poder tiene un absoluto control sobre la población gracias a la tecnología y a la ciencia, pero también imagino en ese futuro pequeños reductos criptoagoristas localizados en entornos rurales capaces de vivir al margen.

Los que vivan en el primer entorno serán dominados por la tecnología. Los que vivan en el segundo entorno dominarán la tecnología.

El planteamiento de esta niusleta es simple: Aquellos que defiendan la libertad frente al poder, deben aprender más sobre tecnología, ciencia y marketing y deben trabajar activamente por la construcción de esos reductos libertarios y la destrucción de ese sistema tecnocientífico totalitario.

La idea consiste en un ludismo inteligente, selectivo, preciso, de cirujano. Hay que acabar con ciertas tecnologías. Hay que mantener otras. Hay que destruir las tecnologías que nos controlan. Hay que mantener las que nos dotan de mayor libertad.

Por supuesto, (casi) toda tecnología es susceptible de ser utilizada por el poder para controlar a sus súbditos. Por ello, la clave no está en destruir toda tecnología que *pueda* ser utilizada contra la población, puesto que ello impediría a la población utilizarla para aumentar su libertad.

Se trata, pues, de eliminar aquellas aplicaciones tecnológicas que, de facto, están siendo utilizadas para controlar a la población.

Por ejemplo, no tiene sentido acabar con las redes sociales. Tiene sentido acabar con Facebook.

Por supuesto, no tiene sentido acabar con las soluciones criptográficas descentralizadas que estamos viendo desarrollarse en los últimos años, aunque sí podría tenerlo acabar con alguna aplicación si llegase a verse comprometida con, por ejemplo, un ataque del 50%.

Hay tecnologías que son más susceptibles de contribuir a la libertad que otras. Todas aquellas basadas en la criptografía, en la ocultación, en el anonimato, en la descentralización, en el consenso, etc. son tecnologías que, probablemente, servirán a la libertad.

Todas aquellas basadas en la recolección de datos personales (anonimizados o no), redes abiertas, centralización de la información, centralización de la gestión, etc. son tecnologías que, probablemente, servirán al control.

Los revolucionarios del futuro tendrán una ventaja respecto a los revolucionarios del pasado.

En el pasado, destruir y construir exigían diferentes capacidades, conocimientos, aptitudes y habilidades. En el futuro, al menos para lo que aquí estoy describiendo, destruir y construir exigirán lo mismo: Conocimiento tecnológico y capacidad de desarrollar nuevas tecnologías y aplicaciones para las ya existentes.

Alguna vez he comentado que, en el futuro, tendremos tecnologías criptográficas y descentralizadas y otras sin cifrar (al menos, para los dueños) y centralizadas de una forma similar a como hoy tenemos software libre y software privado.

La libertad estará en utilizar las tecnologías del primer tipo y la revolución consistirá en atentar contra las del segundo tipo. El terrorismo consistirá en tumbar Instagram durante dos días. O en reventar los servidores acuáticos de Google, según capacidades.

El asunto aquí es comprender que debemos dominar la tecnología. Aprender sobre ella. También sobre ciencia y marketing, pero, vaya, la niusleta de hoy se centra en la tecnología.

En ese futuro, como en este presente, las personas que más en contacto con la tecnología estén serán las que menos conocimiento tengan al respecto. Ya lo vemos con esos nativos digitales que eran una esperanza y que no saben ni mandar un correo electrónico.

Es normal: En los 80 y 90, hacer cualquier cosa relacionada con la tecnología implicaba tener que acercarse mucho al núcleo, romper cosas y arreglarlas. Hoy, todo se hace desde capas muy superiores, muy sencillas y amigables para el usuario.

El problema es que esas capas ocultan la realidad tecnológica sobre la que se edifican.

Los revolucionarios del futuro (y del presente) deberán volver a estudiar, comprender y dominar esas bases tecnológicas.

No podemos limitarnos a utilizar la tecnología, porque, hoy en día (y cada vez más), limitarse a utilizar tecnología significará ser utilizado por la tecnología.

No podemos oponernos a la tecnología. Debemos oponernos a ciertas aplicaciones de la tecnología.

La única forma de lograr esto es, primero, comprendiéndolas; segundo, combatiéndolas activamente.

sobre el autor

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Soy Antoño, el Gran Orangotán Cósmeco. Me gusta la política, la filosofía, la psicología, el marketing y los negocios. Si estás leyendo los contenidos de esta web, probablemente ya me odies. Si no es así, suscríbete a la lista de correos.

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