En el futuro, no tendrás coche. Un Tesla o un Uber autónomo pasará a recogerte por la puerta de casa por un módico precio. Durante el viaje podrás ir leyendo un libro electrónico almacenado en la nube de AWS o viendo cómo les va a tus amigos en sus redes sociales.
Cuando te bajes y te encuentres con tu novia, podréis alquilar unas bicicletas eléctricas para dar un paseo por el bulevar. La foto perfecta que os hagáis ese día pasará a estar en la nube de Google, y él se encargará de enseñártela cada año para que, juntos, la veáis y sonriáis recordando ese fantástico día.
Comeréis en alguna franquicia coreana o tailandesa. Comeréis bien, y pagarás con tu reloj. El café será, al mismo tiempo, de importación y de proximidad. Cuando salgáis de nuevo a la calle, las vallas publicitarias os mostrarán la última película asiática de moda. E iréis a verla.
La película narrará la miserable vida de la época analógica. Quizá sea un drama romántico, donde se vea que, incluso en las peores circunstancias, triunfa el amor. El amor puro, como el vuestro, siempre gana.
Al salir del cine, acudirás a una taquilla de Amazon y recogerás el ordenador que otra persona ha dejado allí. Ese será el ordenador que utilices habitualmente y lo compartirás con otras tres personas. Pero no habrá problemas de privacidad, porque sólo será una carcasa. Todo ocurrirá en la nube y ésta está debidamente compartimentada.
Cuando lleguéis a casa, follaréis como animales, apoyados en el MDMA, que será legal y estará subvencionado por el Estado. Vuestras pulseras biométricas registrarán vuestra actividad y os darán datos fiables de qué os gusta. Poderosos algoritmos os sugerirán qué nuevas cosas probar.
Al terminar, tu novia en bragas te mirará sentada en el borde de la cama mientras renuevas tus suscripciones: la cama, las lámparas, las cortinas, los armarios, la vitrocerámica… Todo será alquilado, y, cada pocas semanas, se reemplazará, para que siempre lo tengas todo en perfecto estado.
No tendréis apego material. Sólo experiencias.
Y, entonces, te tumbarás junto a ella, con la cabeza sobre su vientre y, recordando la película, te preguntará: “¿Crees que de verdad se vivía tan mal en la época analógica?”. Responderéis instantáneamente. Por supuesto que se vivía tan mal.
Durante los días siguientes, la publicidad que se os mostrará hará hincapié en los beneficios de la época digital. La mente colmena, apoyada en la inteligencia artificial, habrá hecho del mundo un lugar que nunca antes fue mejor. Todavía quedarán cosas por mejorar. Pero estaréis en el buen camino.
Y, sin embargo, en vuestras conversaciones postcoito, cada vez cobrará más fuerza la idea de desconectaros. Pero no sabréis cómo hacerlo. Al fin y al cabo, todo el mundo vive conectado. ¿Cómo se desconecta uno?
No os alarmaréis. Estaréis acostumbrados a no alarmaros. Seguro que una búsqueda en Google resuelve la duda. Pero Google sólo arrojará resultados sobre por qué no desconectarse. Kndle Unlimited no tendrá ningún título al respecto. La censura será perfecta.
Entonces, empezaréis a pensar. Bien. Lo primero que hay que hacer es ir a un entorno rural donde poder cultivar. Tendréis que usar bolsas de basura, porque la maleta es de alquiler. La casa os escuchará, y hará saber vuestras intenciones a quienes deben conocerlas.
Nadie os impedirá ir a vivir al campo. Pero no habrá un Uber esperando en la puerta. Tendréis que ir caminando. Si a esas alturas seguís obstinados en vuestro propósito, tendréis que soportar los mensajes a medio camino entre chantajistas e intimidatorios de las vallas publicitarias.
Desconectarse es dañar a tu vecino. Sin tus datos, aumentarán los accidentes de tráfico. No puedes no estar identificado. Es ilegal carecer de cuenta bancaria. El uso de cualquier dinero físico está penado con la cárcel. El sexo sin MDMA es vacío.
Volveréis a sentir los pies.
Nadie querrá alquilaros una vivienda. No se puede confiar en alguien desconectado. Tampoco podréis comprar una. No tendréis ahorros. No se necesitan en la sociedad de la share economy.
Vuestros nietos jamás verán la hermosa foto que os hicisteis paseando en bici por el bulevar.