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Comerás gusanos

C

De los fumadores podemos aprender la tolerancia. Todavía no conozco uno solo que se haya quejado de los no fumadores.

Sandro Pertini

Hace no mucho envié mi elogio del tabaquismo y mi libelo contra los divulgadores científicos. Hoy, el tema que nos ocupa es una mezcla de los dos. Aprovechando que he subido a Andorra a comprar un par de kilos de tabaco, hablaré de fumar, de divulgadores científicos, de libertad y de totalitarismo. Why not?

Para ello, usaré de sparring este equivocadísimo artículo de Gemma Goldie, mi némesis. Su artículo es largo, así que probablemente esta niusleta también lo sea.

Una última consideración antes de, como diría Maradona, meternos en harina: Aquí se parte de la base de que la salud pública es un concepto totalitario (además de, como el de justicia social, una imbecilidad —pero ese es otro tema) y que toda esa disciplina gira en torno a reducir tus libertades por tu bien, y que ambas cosas están mal.

No obstante, soy consciente de que hay gente que está dispuesta a laminar derechos de las minorías para (supuestamente) ampliar el bienestar de la mayoría (como es el caso de la autora en cuestión). Así que, en ocasiones, será imposible dilucidar quién tiene razón o reconciliar posturas sobre el caso concreto, porque se parte de posiciones opuestas.

Aclarado esto, vamos argumento a argumento (os recomiendo abrir su post para ir viendo qué dice y por qué respondo lo que respondo).

1. Si no dejan fumar en las terrazas, la gente dejará de ir

Este argumento está bien. Si prohíben fumar en las terrazas, se seguirá yendo. La cuestión aquí es que, salvo en terrazas grandes, prohibir fumar en ellas es una gilipollez. En una terraza de dos mesas y cuatro metros cuadrados, que fume en mi mesa o justo medio metro al lado no cambia absolutamente nada.

2. ¿Qué hay de mi libertad?

Aquí básicamente habla de que, ante el conflicto de derechos entre una persona que quiere fumar y una persona que quiere aire limpio, debe primar la segunda por tres razones (a cada cual peor): Que puedes fumar en otro sitio, que los efectos de fumar se sufren de forma colectiva, y que no fumar en una terraza es un sacrificio menor para el fumador frente al alto beneficio del no fumador si no fumas.

El primero se contesta de la misma forma: Tú también puedes irte a disfrutar del aire limpio en otro sitio.

El segundo es medio raro. ¿Se refiere a los efectos del tabaquismo? Entonces no es un argumento para prohibir fumar en terrazas específicamente, sino para prohibir fumar en general. ¿Se refiere a que los no fumadores del bar sufren de forma colectiva el humo de ese fumador? En ese caso, no. Nadie comparte un cáncer de pulmón. Y, además, ¿qué clase de criterio para determinar quién tiene derecho a qué es ese? También mi derecho de propiedad sobre una vivienda implica solamente mi beneficio frente al perjuicio de 7500 millones de personas que no pueden acceder a esa vivienda. Joder, el Derecho es esencialmente la protección del derecho de los pocos (hasta el nivel del individuo) frente a los muchos.

El tercero es, en realidad, parecido al anterior. No voy a entrar en si es cierto o no que el humo ocasional de un fumador a tu lado una vez por semana te supone un perjuicio menor, mayor o igual que el que tiene el fumador al no fumarse ese cigarro. Y no lo voy a hacer por la misma razón por la que este argumento es una mierda: Porque no puedes calcular costes/beneficios ajenos y, mucho menos, basar el Derecho en ello.

Para terminar, decir que yo tengo una forma bastante cómoda de resolver este tipo de conflictos de derechos: Prior in tempore, potior in iure. Si el fumador estaba antes, te jodes. Si el no fumador estaba antes, te jodes. Y los grises se gestionan con educación (podemos gestionar conflictos sin que intervenga el Estado, es algo sorprendente, ¿eh?).

3. A mí me molestan los perfumes de los demás

No sé de dónde sale este dato. Las muertes por tabaquismo pasivo son menos del 1% (y esto dando por bueno lo que dice la OMS, que lo de los daños por el tabaquismo pasivo, hasta donde yo sé, no está ni mucho menos claro —pero en esto, en principio, no me voy a meter porque no es mi tema).

4. El humo en una terraza no mata

De nuevo, no voy a entrar en si el fumador pasivo tiene riesgo o no. Hay estudios que dicen que no se pude concluir tal cosa (es curioso que esta vez la ausencia de prueba no sea prueba de ausencia —supongo que aplicar o no esto dependerá, como siempre, de lo que le interese en cada momento al divulgador), pero no me voy a meter en eso porque yo no soy un divulgador científico y tengo menos habilidad para buscar rápidamente el estudio que diga lo que a mí me interese en cada momento. Y tampoco es lo importante.

Lo importante aquí es la frase final, que viene a decir que cualquier disminución de la exposición a aquello que supone un peligro es beneficiosa para todos.

Me deja un poco perplejo, esto. Primero, porque yo no me veo beneficiado por ello, así que no es para todos. Que, como venimos del pensamiento totalitario y del “es por tu bien”, entiendo que a la autora le ha salido natural, pero no es verdad ni de coña.

Segundo, porque entiendo que es extensible a cualquier otro caso, no sólo al del tabaco. ¿Prohibir conducir sería beneficioso para todos? ¿Prohibir vivir en algo más alto que un segundo? ¿Comer embutidos?

Por ahí más abajo dice que en esto de la salud pública hay que tener muchas cosas en cuenta para determinar qué es lo mejor en cada caso. Pero entonces el argumento de que cualquier disminución de la exposición a aquello que supone un peligro es beneficiosa para todos es, como mínimo, incompleto. Further argumentation is needed.

5. Un fumador paga más en impuestos por lo que ya cubre lo que cuesta su hábito

Aquí hay varias cosas que decir porque, o bien por desconocimiento o bien porque no ha reflexionado mucho sobre el tema (la cabeza le da, así que descartamos la imbecilidad —aunque podría ser sesgo, que en la práctica es indiferenciable), hace un razonamiento que se queda bastante corto.

Primero, si estamos haciendo un cálculo económico, lo de “la probabilidad de que un fumador sufra una enfermedad asociada al consumo es muy alta” es irrelevante. Como si es el 100%. La cuestión es si compensa los costes.

Segundo, si los fumadores pagamos 9100 millones y suponemos un coste de 8000, sobran más de 1000 millones. ¿Cómo que “apenas cubren” y “los datos actuales no son favorables para el tabaco”? Además, esos 8000 millones no incluyen los miles de millones ahorrados en pensiones.

Tercero, el punto de decir que los fumadores palmamos a los 65 de media no es que no se nos pagan las pensiones. Eso es una parte. La otra es que no suponemos un coste en Alzheimer, Parkinson y otras tantas enfermedades carísimas que están relacionadas con la edad. Así que a esos 8000 millones, además de lo de las pensiones, hay que sumar también esto (que ni sé ni me importa cuánto es).

¿Por qué no hacemos un estudio de cuántos impuestos extras pagan los no fumadores y los sobrecostes que generan respecto a los fumadores, a ver si sale un beneficio neto para el Estado (como sí pasa con los fumadores)? ¿Por qué estamos discutiendo si los fumadores compensan o no el sobrecoste que suponen cuando es evidente que los no fumadores no lo compensan? ¿Vamos viendo cómo los criterios no son técnicos, sino que se parte de una idea de lo que está “bien” y es “normal” y se buscan argumentos para apoyar esa postura?

Cuarto, si las enfermedades aparecen 20-30 años después de fumar, eso es un argumento a favor de lo que estás criticando, porque en 1993 había 13 millones de fumadores y las enfermedades asociadas a esos fumadores se están pagando holgadamente ahora con los impuestos que pagamos menos de 11 millones de fumadores.

Quinto, lo de que el objetivo del impuesto al tabaco es reducir 0 euros lo dejaría pasar si no fuera porque es politóloga. De no serlo, pensaría que es ingenuidad y me daría ternurica. Estás tú que el Estado quiere perder su quinta mayor fuente de recaudación (y que, como hemos visto, le supone un beneficio neto). Los impuestos al tabaco no suben porque el Estado quiera que fumemos menos porque nos quiere mucho, suben porque la demanda de tabaco es inelástica. Si quieres ser camello, fíjate en el Estado y aprende del mejor.

Sobre lo de la productividad solamente quiero comentar una cosa (porque na más faltaría que diera la más mínima carta de naturaleza a una posición en la que los ciudadanos son de primera o de segunda y tienen o no derechos dependiendo de cómo sus hábitos influyen en si producen 12,1 o 12,16€ por hora —¿vamos viendo por qué digo que el de la salud pública es un concepto totalitario?).

Lo que quiero comentar es que, aunque eso sea cierto, también lo es la pérdida de riqueza que supone tener que cuidar a quienes padecen las enfermedades neurodegenerativas antes mencionadas. Y, de hecho, es muy poco feminista. Habría que obligar a la gente a fumar para resolver la brecha salarial y el techo de cristal.

6. El Estado no tiene que meterse en estos temas

Aquí Gemma lo que hace es presentar una afirmación prescriptiva y atacarla como si fuera descriptiva. La afirmación no es “el Estado no puede meterse en estos temas”, sino “no tiene que meterse en estos temas”. O sea, que no debe.

Que puede ya lo sabemos. De eso nos quejamos.

Sobre si debe o no debe meterse en estos temas se limita a afirmar que es legítimo que lo haga. Así que no hay argumento.

7. Por esa regla de tres, prohibamos conducir porque la gente va muy rápido.

El primer argumento es muy pobre. Presenta el símil que le interesa para centrarse en lo irrelevante en lugar del punto importante. Basta cambiar “conducir” por “conducir por carreterassecundarias” para que el símil sí funcione (más allá de que sea bueno o malo —es malísimo).

El segundo argumento necesita base, porque da por hecho, primero, que existe el problema de fumar en las terrazas (supongo que aparece como primera preocupación en las encuestas del CIS y no nos hemos enterado —porque no creo que los políticos y sus esbirros anden creando problemas donde no los hay, ¿no?), y, segundo, que hay que encontrarle una solución colectiva.

Yo pongo en duda ambas afirmaciones. No son evidentes por sí mismas y no tenemos prácticamente nada que nos haga creer que son ciertas. No hay por qué tomar en serio un argumento sostenido sobre prejuicios.

El tercer argumento está bien.

8. Los autobuses también contaminan, ¿los prohibimos?/Los coches también contaminan, ¿los prohibimos?

Aquí lo primero que quiero señalar es que, por segunda vez, se expresa de una forma que a mí me gusta mucho porque demuestra lo mucho que son capaces de engañarse a sí mismos aquellos que nos quieren prohibir cosas por nuestro bien: “Nadie está hablando de prohibir nada, sólo que no se fume en terrazas”. O sea, que se está hablando de prohibir fumar en terrazas.

En cuanto al argumento en sí, es tan pobre como el primero del punto anterior (en realidad, es, básicamente, lo mismo). ¿Por qué vamos a prohibir fumar en terrazas, pero no la circulación de coches por las calles donde están esas terrazas?

Que entiendo que la respuesta es “hemos hecho un estudio analizando factores y un cálculo de la hostia y sale que lo uno sí y lo otro no”. ¿En serio? ¿Has hecho un estudio analizando todas y cada una de las terrazas por donde pasan coches en toda España? ¿O estamos tirando de brocha gorda porque nos suena bien? Y eso refiriéndonos sólo al humo, porque es el tema, pero podríamos extender el razonamiento a muchos otros. ¿Por qué se ataca sólo al tabaco?

9. Que sean los dueños de los bares los que elijan, y si la gente quiere, que vaya a terrazas donde se permita fumar

Esta me duele especialmente en el corazoncito por lo mucho que quiero a Taleb. Y es que la regla de la minoría intolerante aquí no se aplica. Taleb dice que el IYI tiene un ejemplar de The Black Swan en su estantería, pero no lo entiende. Creo que este es uno de esos casos.

La regla de la minoría intolerante dice lo siguiente:

Si en un territorio poblacional hay distribuido uniformemente un grupo minoritario pero que es intransigente con ciertos hábitos y prácticas, esos hábitos y prácticas se generalizarán a toda la población siempre y cuando no supongan un coste para el resto de esa población.

Taleb pone el ejemplo de la comida kosher. Los judíos comen cierta comida de cierta forma, y allí donde hay judíos, la comida que se vende tiende a ser kosher para todo el mundo. ¿Pero por qué? Porque al que no es judío le da igual.

En España no hay judíos y los moros son pocos como para que pase lo mismo con la comida halal. Pero piensa en los celíacos. Cada vez hay más cosas gluten free, y es precisamente por eso, porque a los demás nos da igual y no supone un sobrecoste.

Y es que esto de que nos dé igual o no es lo fundamental para entender la regla de la minoría intolerante. Pero, como suele pasar, al divulgador científico se le pasa lo fundamental.

Los restaurantes no son todos veganos por el hecho de que haya una minoría súper intransigente. ¿Por qué? Porque a los demás sí nos importa si no podemos disfrutar de unos huevos fritos con chorizo.

Así que aquí la regla de la minoría intolerante no se cumple. A no ser que lo que se esté diciendo es que a los no fumadores les da igual que se fume a su lado.

En cualquier caso, el punto de Gemma aquí es que hosteleros, fumadores y no fumadores no hacen las cosas bien y que por suerte está el Estado para arreglarlo por ellos a golpe de regulación.

Por lo demás, sólo destacar el pleonasmo de “burocracia inútil”. A favor de la poesía en la divulgación científica.

10. Los fumadores ya pagan impuestos y eso debería dar derechos

Sobre lo primero, lo que ya dije antes por ahí (y que ella decía de los fumadores): Que tengas derecho a un medio ambiente adecuado no significa que tenga que ser específicamente en la terraza de un bar, igual que el hecho de que tengas derecho a una vivienda no significa que tenga que ser la mía.

Lo segundo es correcto. Los impuestos no dan derecho a nada. Pagas porque te obligan y calla la boquita.

11. Para qué ir poniendo parches, mejor prohibirlo del todo y ya

Sobre esto no tengo mucho que decir. Tiene razón. Supongo que usará esos mismos argumentos para defender la despenalización del uso recreativo de todas las drogas (eso sí, sin usarlas en las terrazas de los bares).

Unas conclusiones

Primero: Repetir que la salud pública es un concepto totalitario cuyo único objetivo es servir como razón indiscutible (¿quién podría oponerse a mejorar la salud de todos?) para ampliar el poder del Estado. Por eso nace de la mano de él y se amplía con él, ocupando el lugar que tenían las recomendaciones higiénicas de las religiones.

Segundo: Lo del cura ese que decía lo de “Primero vinieron a por los socialistas y yo no dije nada porque no era socialista…”. Si crees que esto no te afecta (o, incluso, que te beneficia) porque no eres fumador, ten claro que luego irán a por el azúcar, los carbohidratos y los embutidos. Comerás gusanos y será por tu bien.

Tercero: La salud pública lo engloba TODO. ¿Qué no es salud? Bajo ese paraguas se puede regular desde cuánto sol puedes tomar al día hasta si puedes o no besarte con tu pareja en la calle, no vaya a ser que eso desequilibre mentalmente a un tercero. Es un deber moral de cualquier hombre libre exigir la separación Salud-Estado.

Cuarto y último: Este no es un tema de salud. Ni por asomo es un tema de salud. Ese es el caballo de Troya que se utiliza para someter al disidente.

El único tema relevante para abordar el fumar o no fumar en una terraza es la educación.

sobre el autor

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Soy Antoño, el Gran Orangotán Cósmeco. Me gusta la política, la filosofía, la psicología, el marketing y los negocios. Si estás leyendo los contenidos de esta web, probablemente ya me odies. Si no es así, suscríbete a la lista de correos.

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